Calendario de proyecciones del Segundo Cuatrimestre de 2018!!
Todas las proyecciones tienen lugar en la Sede José Luis Romero (Montes de Oca 1120, Barracas)
Comienzo de clases en la Cátedra Rivera!!
Novedades:
“La ZONA exige ser respetada. No sé qué sucede aquí
cuando no hay nadie, pero basta que entre alguien para que todo se ponga
en movimiento de inmediato”.
Esta frase,
pronunciada por uno de los personajes del film “Stalker-La Zona” del cineasta
ruso Andrei Tarkovski establece ya, desde un comienzo, que la ZONA impone
una cierta actitud a todo aquel que decida asomarse a ella. La zona debe ser
respetada; entrar en la zona es aventurarse en un espacio de conocimiento
prohibido. Terreno vallado, custodiado, defendido por las fuerzas del orden a
sangre y fuego: ingresar en la ZONA supone desafiar a los poderes de
turno y, supone también, desafiarse a sí mismo ya que de un modo u otro
son esos poderes los que nos han marcado en nuestra subjetividad, tanto
cognitiva como deseante.
La ZONA es, pues, peligrosa. Pero como dice el
poeta, allí donde anida el peligro es posible encontrar la salvación. Está
claro entonces que uno de los peligros de la ZONA radica en su incontenible
potencialidad. La ZONA puede ser salvífica o condenatoria; destructiva o
creadora. Pero sin duda lo más escandaloso para una mente modelada en
base a los principios de la lógica, es que la ZONA es todo eso al mismo tiempo,
sólo que bajo diferentes aspectos y escorzos que nos tocará a cada uno de
nosotros explorar.
Para
ingresar en la ZONA, nos dice Tarkovski, se requiere un guía, un maestro
socrático o no tanto, ya que cobra por su trabajo. Un explorador rebelde que
realiza una tarea que lo fascina. Un trabajador de los márgenes del
sentido, que conduce a través de un viaje iniciático a personas inquietas,
inconformes, desesperadas, que no dudan en avanzar en líneas curvas, ya que en
la ZONA perece quien marcha recto. Un stalker que hace del
peligro su oficio por amor a esa ZONA que transgrede una y otra vez, para
violentarla y para protegerla. Protegerla de la cólera de temerosos y
decepcionados. Algunos temen el potencial de la ZONA. Otros, por el contrario,
se decepcionan, ya que llegan buscando respuestas a todas sus preguntas pero
pronto advierten que no hay un repertorio accesible de soluciones para los
enigmas. No tanto porque los enigmas resulten inaccesibles o las respuestas
complejas, sino porque son las preguntas las que deben ser reformuladas, por
previsibles, limitadas, insatisfactorias y, muy especialmente, porque han sido
establecidos por esa red de poder que relega a la ZONA al lugar de lo
prohibido. Esta es precisamente el desafío: transformarse a sí mismo al punto
de permitir la emergencia de otras preguntas, otros enigmas, otros lenguajes.
¿Te animás a entrar en la Zona?
“La ZONA exige ser respetada. No sé qué sucede aquí
cuando no hay nadie, pero basta que entre alguien para que todo se ponga
en movimiento de inmediato”.
Esta frase,
pronunciada por uno de los personajes del film “Stalker-La Zona” del cineasta
ruso Andrei Tarkovski establece ya, desde un comienzo, que la ZONA impone
una cierta actitud a todo aquel que decida asomarse a ella. La zona debe ser
respetada; entrar en la zona es aventurarse en un espacio de conocimiento
prohibido. Terreno vallado, custodiado, defendido por las fuerzas del orden a
sangre y fuego: ingresar en la ZONA supone desafiar a los poderes de
turno y, supone también, desafiarse a sí mismo ya que de un modo u otro
son esos poderes los que nos han marcado en nuestra subjetividad, tanto
cognitiva como deseante.
La ZONA es, pues, peligrosa. Pero como dice el
poeta, allí donde anida el peligro es posible encontrar la salvación. Está
claro entonces que uno de los peligros de la ZONA radica en su incontenible
potencialidad. La ZONA puede ser salvífica o condenatoria; destructiva o
creadora. Pero sin duda lo más escandaloso para una mente modelada en
base a los principios de la lógica, es que la ZONA es todo eso al mismo tiempo,
sólo que bajo diferentes aspectos y escorzos que nos tocará a cada uno de
nosotros explorar.
Para
ingresar en la ZONA, nos dice Tarkovski, se requiere un guía, un maestro
socrático o no tanto, ya que cobra por su trabajo. Un explorador rebelde que
realiza una tarea que lo fascina. Un trabajador de los márgenes del
sentido, que conduce a través de un viaje iniciático a personas inquietas,
inconformes, desesperadas, que no dudan en avanzar en líneas curvas, ya que en
la ZONA perece quien marcha recto. Un stalker que hace del
peligro su oficio por amor a esa ZONA que transgrede una y otra vez, para
violentarla y para protegerla. Protegerla de la cólera de temerosos y
decepcionados. Algunos temen el potencial de la ZONA. Otros, por el contrario,
se decepcionan, ya que llegan buscando respuestas a todas sus preguntas pero
pronto advierten que no hay un repertorio accesible de soluciones para los
enigmas. No tanto porque los enigmas resulten inaccesibles o las respuestas
complejas, sino porque son las preguntas las que deben ser reformuladas, por
previsibles, limitadas, insatisfactorias y, muy especialmente, porque han sido
establecidos por esa red de poder que relega a la ZONA al lugar de lo
prohibido. Esta es precisamente el desafío: transformarse a sí mismo al punto
de permitir la emergencia de otras preguntas, otros enigmas, otros lenguajes.
¿Te animás a entrar en la Zona?
¿Te animás a entrar en la Zona?
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